
APRENDE A PONER LÍMITES
Educar a un hijo/a no es una tarea sencilla; los hijo/as vienen sin manual de instrucciones, los padres no nacen sabiendo poner órdenes y los niño/as, no nacen sabiendo cumplirlas. Ambas partes deberán de aprender, y este proceso requiere de tiempo, esfuerzo e interés. El establecimiento de límites y normas en el comportamiento de los hijo/as, es una parte fundamental que los padres deben instaurar para su crecimiento, ya que los límites son esenciales para el buen funcionamiento del niño/a (y de la familia). En ocasiones los padres se sienten desbordados porque no saben cómo limitar el comportamiento de sus hijo/as…. Y tú, ¿sabes poner límites?
Los límites y las normas ayudan a los niño/as a que aprendan lo que está permitido hacer y lo que no. Los límites se traducen en normas que establecen un orden de funcionamiento y cada familia, en cada casa, establece sus propias normas. Son fundamentales para el desarrollo de los niño/as, les enseñan “hasta aquí puedes llegar, más allá no”, les permite aprender a convivir con otras personas y a respetar a los demás. Un niño/a sin normas, no es un niño feliz; los límites dan seguridad y protección y son la mejor vacuna contra la ansiedad y la agresividad.
El establecimiento y mantenimiento de límites y normas implica decir “no” y mantenerlo siempre que sea necesario. Decir “no” es algo positivo (siempre y cuando sea justo y lógico lo que se está haciendo como padres) ya que facilita la tolerancia a la frustración de nuestros hijo/as. En muchas ocasiones, supone un gran esfuerzo para los padres y conlleva una gran dificultad, tanto implantar límites y normas como mantenerlos, ya sea por no querer defraudarlos o por no entrar en un conflicto con los hijo/as.
Estas son algunas RECOMENDACIONES que te ayudaran a la hora de dar una orden a tu hijo/a:
- Ir donde está el niño/a, ponernos a su altura y mirarle a los ojos para darle la instrucción: si haces esto, te aseguras de que te escuche; si le gritas la instrucción desde otra habitación es muy probable que ni te escuche ni se entere de qué es lo que tiene que hacer.
- Dar únicamente una sola instrucción: si empiezas a dar más de una instrucción a la vez, es muy probable que tu hijo/a no se acuerde de todas, y acabe por no hacer ninguna y seguir con lo que estaba haciendo. Es muy importante usar un lenguaje que entienda el niño en función de su edad y sus características personales.
- Ser claros y precisos: cuéntale lo más exactamente posible lo que esperas que haga. Es preferible que evites generalidades que el niño/a no entiende, como por ejemplo, “pórtate bien”, “sé bueno”. Hay que ser claro, y especificar el comportamiento para que tu hijo/a entienda que es lo que quieres que haga. Por ejemplo: “recoge los juguetes”
- Expresar las órdenes en positivo: cuando das una orden en negativo, estás atendiendo a lo que no tiene que hacer, pero no le dices qué es lo adecuado. Por ejemplo: decir “habla bajito para que pueda escucharte” en lugar de decir “no grites”.
- Señalar siempre el comportamiento, no al niño: si desapruebas un comportamiento de tu hijo/a le estas dando la oportunidad de que lo cambie. Por ejemplo; es mejor decir “no le gusta nada hacer deberes” a decir “es un vago”.
- Hacer una pausa para ver si el niño nos ha entendido: pídele al niño/a que repita lo que tiene que hacer y las consecuencias de hacerlo y de no hacerlo, para poder comprobar que ha entendido el mensaje. Si el niño/a lo ha entendido no hay que insistir, ya sabe lo que tiene que hacer. En cambio, si no lo ha entendido, le repetiremos de nuevo la instrucción.
- Reforzar cuando haga caso: es muy importante reforzar al niño/a cuando emita la conducta adecuada. El refuerzo ayudará a aumentar la probabilidad de que repita ese comportamiento. Dile lo contento y orgulloso que estás de él/ella por haber recogido, cuéntale que sabes el esfuerzo que ha hecho.
- Dejar de atender cualquier actividad que inicie el niño/a repitiéndole la instrucción. Por ejemplo, “cuando hayas recogido los juguetes, te atiendo”
- Si no lleva a cabo la instrucción hay que cumplir con las consecuencias: es importante que el niño/a sepa qué consecuencias habrá si no realiza la conducta que le pides, y si esto ocurre, cumplir con ellas. Si no cumples con las consecuencias, aprenderá que puede hacer lo que quiera, porque al final no cumples con tu palabra.
- Evitar a toda costa: utilizar el chantaje emocional, reír mientras das una norma, las amenazas y descalificaciones.
"No les evitéis a vuestros hijos las dificultades de la vida, enseñadles más bien a superarlas" Louis Pasteur
Susana Arenaz